domingo, 21 de diciembre de 2014

LA VIDA ES UN VIAJE, NO UN DESTINO

El destino es definido como una fuerza desconocida, inevitable e ineludible, que guía el desarrollo de los acontecimientos de una forma que no puede ser manipulada por la voluntad del hombre. Es un concepto estrechamente ligado a la religión y por lo tanto a la doctrina religiosa de la predestinación, según la cual Dios es el que determina el destino de las personas y cosas: Desde el tao del taoísmo y del confucionismo, que traduce camino o vía, y se entiende como el origen de todo, como un flujo que rige el orden natural del universo cambiante; Pasando por el karma en el hinduismo y budismo entendido como una ley cósmica de retribución o consecuencias en el futuro o en una próxima reencarnación, por los actos, palabras o pensamientos que tuvimos o realizamos en el presente o en el pasado; Hasta la llamada providencia o gracia en el cristianismo, que no es más que la intervención gratuita de Dios en la salvación de los hombres que aún pagamos por el pecado original de Eva y Adán.

De lo anterior surge una de las mayores discusiones del cristianismo cuando nos estrellamos con la doctrina de libre albedrío, también apoyada por la religión, y la cual se fundamenta en la facultad que tenemos los seres humanos de tomar nuestras propias decisiones y guiar nuestra vida en base a ellas. De ahí surge el interrogante que seguramente muchos de ustedes se han hecho: ¿Dios tiene un destino para cada uno de los seres que habitan el universo, o nuestra vida es consecuencia de las decisiones que tomamos bajo nuestro libre albedrío? Yo estoy firmemente convencida de lo segundo, no creo que nuestra vida este predestinada por una deidad, ni por una fuerza sobrenatural e inmutable; como lo anoté en mi descripción, soy una amante de la física así que trato de actuar conforme a sus leyes y de manera lógica, es por eso que defiendo la Ley Cusa-efecto: «Toda acción conlleva una reacción», pero entendiendo como la principal causa de una acción, la voluntad, y también que una causa no determinara la ocurrencia de algo, sino LAS PROBABILIDADES de que ocurra. Esta interpretación personal es opuesta a las doctrinas filosóficas y excluyentes del determinismo fuerte que sostiene que el futuro es potencialmente predecible a partir del presente, y del libertarismo que indica que ya que las personas gozamos del libre albedrío, no existe un futuro determinado, pues podemos cambiarlo conforme a las decisiones que tomemos; por el contrario, mi interpretación coincide con la teoría compatibilista cuyo máximo defensor es David Hume, y que postula que aunque el universo es indeterminista, la decisión que alguien toma está influenciada por sus creencias, deseos o carácter, lo que vendría a ser la causa que influencia la probabilidad de los efectos.

A esta teoría de la causa-efecto, debo agregarle como otra causa, el azar, entendido como una causa no lineal o absoluta, pero igualmente productora de efectos, y el contexto en el que nos encontramos, esto porque a través de la experiencia he podido verificar que en el largo camino de nuestras vidas muchas veces podemos vernos enfrentados a frustrantes situaciones que no dependen solo de nuestra voluntad y acciones, sino también de la voluntad y acciones de otras personas y del contexto en el que nos encontramos. Por ejemplo, un niño que sueña con ser astronauta, luego crece y analizando su situación económica y social decide estudiar física porque le va muy bien con los números, pero en la universidad de su ciudad solo hay ingeniería, eso no quiere decir que estaba destinado a ser ingeniero, solo que dentro del universo de posibilidades que hay en el mundo para este joven, era probable que lo fuera, y esa probabilidad creció debido a sucesos ajenos a su voluntad, como el hecho no que no hubiera facultad de física en su ciudad, o debido a su contexto socioeconómico que no le permitía estudiar en otra ciudad, pero sin duda no existió ninguna fuerza sobrenatural y fatal que lo llevara a ser ingeniero, porque de hecho, su probabilidad de serlo creció aún más debido a una decisión propia, pues bien hubiera podido escoger cualquier otra carrera que se impartiera en esa universidad.

Es decir que, aunque las diversas creencias filosóficas acerca de la libertad coinciden en que no existe tal fuerza inevitable e inmutable que guía nuestras vidas llamada Destino, sino que el futuro dependerá de las decisiones que libremente tomemos, y que actuaran como la acción de la reacción, tal libertad es limitada, pues nuestro futuro, inmediato o a largo plazo, también dependerá del contexto en el que nos encontremos, ese contexto por el cual un hombre humilde, que viva de su salario y mantenga a su familia nunca podrá amasar una riqueza como la de Carlos Slim; y de causas no lineales llamadas azar, por la cual, ese hombre humilde caminando por la calle puede encontrarse un cheque que le cambiará la vida.

"Todos creen a priori en que son perfectamente libres, aún en sus acciones individuales, y piensan que a cada instante pueden comenzar otro capítulo de su vida... Pero a posteriori, por la experiencia, se dan cuenta —a su asombro— de que no son libres, sino sujetos a la necesidad...”. Arthur Schopenhauer


Así que apelando a esa hermosa canción de Aerosmith, no puedo decir más que "Life's a journey, not a destination", un viaje que hay que disfrutar sin afanes, porque no sabemos, y no hay manera de saber, que nos puede deparar el mañana.

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